Hablar de duelos es entender que a veces no sólo nos apegamos a otras personas, sino que también desarrollamos apego psicológico hacia determinados lugares, situaciones y etapas de vida. Aunque solemos asociar el duelo a la muerte de un ser querido, la pérdida de cualquier objeto de apego o incluso de una relación significativa desencadena una reacción emocional caracterizada por tristeza, miedo, indignación, molestia o enojo.
¿Por qué nos impiden avanzar?
A diferencia de la muerte o la enfermedad, hay muchas pérdidas que no vienen acompañadas de rituales colectivos y apoyo social para procesar el duelo. Como no son consideradas dignas de un proceso equivalente, casi siempre tenemos que enfrentarlas en solitario y sencillamente enterramos el dolor que nos causan. Algunos de los duelos pendientes más comunes, que en diversas ocasiones cargamos sin darnos cuenta, son los siguientes:
1. Por la persona que fuiste y ya no eres
Cuando cambiamos de una etapa a otra, aunque sea para bien, siempre dejamos atrás cosas que son valiosas para nosotras. El duelo por una etapa anterior se manifiesta cuando el pasado irrumpe constantemente en el presente y va acompañado de una sensación de nostalgia y desesperanza.
2. Por la pérdida de una ilusión romántica
Este duelo es muy común en las relaciones que son “casi algo”. Es decir, esa personas que desató en ti muchísimas emociones y deseos de estar juntos, con quizá conviviste mucho tiempo, pero al final, no se convirtió en la pareja que deseabas. La pérdida de lo que pudo haber sido y no fue -aun después de invertir tiempo, paciencia y energía en construir esa relación- deja cabos sueltos que nos impiden realizar un cierre emocional, y puede impedirnos avanzar en la búsqueda de otras potenciales parejas románticas, o atarnos a la búsqueda de personas que sean lo más similares posible.
3. Silente o desautorizado
Se refiere a ese duelo que, ya sea por culpa, vergüenza o presión social, no nos atrevemos a expresar. Por lo general nos lleva a proyectar en los demás esas emociones que no nos dimos permiso de sentir o ese rol que tenía la persona que se fue.
¿Cómo resolverlos para siempre?
Las heridas que abren los duelos pendientes sólo pueden cerrarse cuando concientizamos cómo nos atravesó realmente esa pérdida y atreviéndonos a procesar desde cero esa tristeza o enojo. Los psicoterapeutas profesionales están entrenado para ayudarte a identificarlos y manejarlos de la mejor manera, en un espacio seguro.
Para cerrar un duelo lo peor que puedes hacer es tratar de acelerarlo o saltarte alguna etapa. Aunque la tristeza, la desesperanza y el enojo no son emociones agradables o lógicas, la única manera de dejarlas atrás es atravesándolas. La paciencia, el autocuidado y la comprensión de tus seres queridos serán tus mejores aliados.