La mentira de la productividad y cómo te puede estar afectando

Somos muchos quienes dejamos de lado actividades tan necesarias como descansar y que sencillamente no sabemos decir ‘no’ a tareas que no nos corresponden. En parte, eso es debido a uno de los mitos más perniciosos de nuestra sociedad: que nuestra capacidad de trabajo define nuestro valor como seres humanos.
    
Como psicóloga, me he topado una y otra vez con hombres y mujeres que:

  • Se sienten culpables por salir un día libre, porque “siempre hay algo que hacer”. Aunque logren tomarse unas vacaciones, terminan trabajando la mayor parte del viaje.
  • No pueden desconectarse del teléfono ni de los pendientes ni siquiera cinco minutos.
  • Les resulta imposible relajarse o conciliar el sueño sin que los asalten ideas acerca de los pendientes del día siguiente.
  • Intentan hacer multitask (por ejemplo, ver una película y contestar mensajes) y terminan con toda su atención volcada de nuevo en el trabajo cuando intentaban relajarse.
  • Tienen conflictos con la pareja o los hijos, que frecuentemente les reclaman que son workaholics.
  • Disponen de un buen ingreso o, incluso, un negocio propio, pero todo el tiempo tienen un miedo irracional a perder lo que han construido. 

Estas son las mismas personas que, aunque suelen hacer mucho más que los demás, sienten que nada es suficiente, que no tienen derecho a poner límites y que su trabajo o sus resultados están muy por debajo de lo que podrían o deberían lograr.

¿Por qué rebasamos los límites sanos? 

Generalmente ocurre por dos razones que son independientes, pero que suelen contribuir en conjunto al problema. Por un lado, utilizamos el trabajo y la productividad para huir de emociones o situaciones que nos resultan dolorosas, por ejemplo, la baja autoestima, traumas del pasado o problemas familiares en casa.

Por otro lado, también dedicamos más tiempo al trabajo sencillamente porque la sociedad en la que vivimos nos impone un discurso que coloca a la productividad como un signo incontrovertible de valía. Es decir, mientras más produzco, más valgo como ser humano, y viceversa.
Cuando estamos atrapados en un círculo vicioso como éste, en el que nuestro equilibrio comienza a peligrar y terminamos descuidando cosas tan fundamentales como nuestra salud, relaciones y nuestro muy merecido esparcimiento, vale la pena detenernos a preguntar: ¿producir para qué?, ¿para quién?, ¿realmente me conviene no descansar ni un segundo? 

¿Qué pasa cuando caemos en el mito de la productividad a costa de lo que sea? 

Muchas personas que tienen un problema de este tipo suelen llegar a terapia cuando la empresa a la que le dedicaron su vida entera los despide y demuestra que, para la compañía, ellos eran completamente prescindibles. Esto hace que se cuestionen si realmente valió la pena esforzarse tanto. Sin embargo, las consecuencias de vivir así casi siempre llevan años manifestándose en forma de: 
Insomnio, fatiga y bajo nivel de energía
Irritabilidad, ansiedad y mal humor
Problemas digestivos, especialmente la colitis y las úlceras
Trastornos sexuales y falta de deseo
Distanciamiento con la pareja o incapacidad de tener una relación estable
Comportamientos compulsivos, generalmente relacionados con las compras en exceso o el alcohol

¿Cómo romper con el mito de la productividad? 

Lo más importante es tomar conciencia de que, productivos o no, somos valiosos por el simple hecho de estar vivos y merecemos tiempo exclusivamente para el ocio y para ‘recargar pilas’. Esto es más fácil de decir que de hacer, por eso es útil comenzar con pequeños pasos menos desafiantes: 

-Destina en tu agenda tiempo exclusivo para el descanso y para convivir con tus seres queridos, tal y como cualquier otra actividad ‘productiva’
-Haz una lista de los pendientes del día siguiente antes de ir a descansar para que no les des vueltas una y otra vez en la cama
-Si lo puedes dejar para mañana sin consecuencias, será para mañana
-Busca siempre métodos de laborar de mejor modo, no de trabajar más
-Pondera la eficiencia sobre la eficacia. Sobre todo, algo que puede ayudar mucho para salir de esta situación es ir a terapia con un profesional. No lo eches en saco roto: reconocer tu esfuerzo, tu talento y tu derecho a tomar un respiro en muchas ocasiones requiere acompañamiento.

Originalmente publicada el 02/02/2023.