Hay varias mujeres en la historia de la realeza que han sido acusadas de brujería. Y la polémica reina Isabel I no fue la excepción.
Sin embargo, no se quita el dedo del renglón sobre lo infame que fueron las cacerías de brujas en la antiguedad.
Es más, 40,000 mujeres murieron quemadas en Europa tras la caza de brujas medieval.
La época isabelina también refiere a la introducción de la persecución contra brujas en Inglaterra, donde actuó la afamada Isabel I.
La teoría de que la reina Isabel I fue una “cazadora de brujas”
En el diario Past & Present de Malcolm Gaskill describen que “los monarcas ingleses de 1600 y 1700 creían que controlar la brujería era tener un tipo de control ante lo sobrenatural”.
Lo “sobrenatural” eran realmente las enfermedades que no se podían curar debido a la falta de desarrollo médico y hasta los desastres naturales.
La primera ley de brujería en Inglaterra surgió en 1542 durante el reino de Enrique VIII (vía Smithsonian Mag), “establecía a la brujería como un crimen que debía pagarse con la muerte”.
Enrique VIII murió en 1547 y la reina Isabel I subió al trono en 1558. Smithsonian apunta que en 1563 Isabel I pasó una “acta contra conjuros, encantamientos y brujerías”.
Esta acta declaraba que todas las personas que practicaran brujería serían destruidas o asesinadas.
Aunque Isabel I haya sido tachada de “cazadora de brujas”, su sucesor fue aún más infame: Jacobo I de Inglaterra y VI de Escocia fue el rey tan obsesionado con la cacería de brujas que escribió el libro Daemonologie sobre este tema.
Asimismo, nacieron las brujas de la época isabelina, quienes básicamente eran personas viejas, pobres, sin protección y solteras o viudas que vivían con mascotas.
Y tanto la monarquía como la iglesia católica —que a final de cuentas son casi lo mismo— señalaron que cualquier persona con conocimientos en herbolaria y curación con plantas sería acusado de brujería.
El castigo de la reina Isabel I para las brujas
Los feminicidios cometidos durante la cacería de brujas en la Edad Media fueron actos atroces.
Después de la ley contra brujería aprobada por la reina Isabel I, declararon que las brujas morirían colgadas.
A diferencia de los vecinos de Inglaterra, colgar brujas era “menos vil”, pues en Francia y España quemaban a las brujas hasta su muerte.
De acuerdo con Elizabethan Era, los primeros juicios contra brujas ocurrieron en Wessex —donde acusaron a 64 mujeres y 53 fueron encontradas como culpables.
La teoría de que la reina Isabel I creía en magia y misticismo
Ana Bolena, la madre de Isabel I, fue acusada de ser una bruja —aspectos físicos como su sexto dedo meñique o un gran lunar en el cuello la hacían sospechosa—.
Y se sabía que Isabel I consultaba a John Dee, un matemático, anticuario y astrólogo.
De acuerdo con Royal Museums Greenwich, Dee “estuvo muy involucrado en la astrología, magia y ocultismo. Y le dio consejos a Isabel I sobre el pronóstico de su reinado”.
Y mientras tanto, la reina “creía fervientemente en sus poderes mágicos” y veía a John Dee como “un consejero de confianza”.
Se cree que Dee también conversaba con los ángeles y que dominaba todo lo referente a la numerología (vía Britannica).
Isabel I ordenó a John Dee elegir la fecha de su coronación (15 de enero 1559) “basándose en cálculos místicos y astrológicos”.
Y uno de los detalles más curiosos de todos es que Dee firmaba las cartas a la reina con un ‘007’, por lo que tiempo después se reutilizó para señalar a los caballeros de su majestad.