Los casos más espectaculares de empoderamiento femenino en la realeza

Aunque parezca increíble muchas de las mujeres que forman parte de la realeza han sido protagonistas de historias tan reales como crudas. Ellas también la pasan mal y en muchas ocasiones por cosas no muy diferentes a las que todas nosotras enfrentamos. Aquí cuatro historias que pueden dejarnos muy buenas lecciones de vida.

Isabel II, precursora del feminismo

Todos sabemos que cuando Isabel II nació, el 21 de abril de 1926, no estaba destinada a reinar pero la abdicación de su tío el rey Eduardo VIII el 1º de diciembre de 1936, todo cambió. Sabemos que Eduardo VIII renunció al trono al no conseguir que su querida, la dos veces divorciada Wallis Simpson, fuera aceptada en la corte inglesa como futura reina. Entonces subió al trono el padre de la reina Isabel II, Jorge VI. Desde entonces Lililbet, como le decían de cariño a la monarca, recibió una educación especial en Palacio aunque no por ello completa para enfrentar años después el mayor reto de su vida, la corona.

Historia, literatura, música, francés e historia constitucional, entre otras, fueron las materias que estudió y hasta en 1945 se formó para mecánica y chofer en el Servicio Territorial Auxiliar para Mujeres. Cuando Isabel II subió al trono el 6 de febrero de 1952 se dio cuenta que la educación que había recibido no había sido la adecuada, le faltaba prepararse mejor. ¿Cuántas de nosotras no nos hemos enfrentado a un reto para el que no estamos del todo listas?

La soberana se sentía insegura pero no se preocupó, se ocupó de inmediato, tomó clases con varios profesores en diversas materias, no fue fácil a sus 25 años reinar en un mundo de hombres donde la mujer era un cero a la izquierda. Ella además tenía qué imponerse a políticos, empresarios, hombres de poder y hasta reprender a uno que otro primer ministro que no hacía su trabajo como debía. Los primeros años fueron los más duros porque además ya estaba casada con el príncipe Felipe de Edimburgo y tenía hasta ese entonces a los príncipes Carlos de 4 años y Ana de dos.

Vencer sus inseguridades no debió de ser fácil pero logró su objetivo y pronto se convirtió en una de las monarcas más respetadas del mundo. Ella con su ejemplo demostró que las mujeres bien podían convivir en un mundo que hasta ese momento estaba reservado para hombres. El mensaje que Isabel II envió a las mujeres de su generación fue muy claro: “Si yo puedo, ustedes también pueden”. Alzó la voz y se hizo escuchar.Fue una precursora del feminismo aunque ella nunca se consideró feminista. Pero sí tuvo enormes guiños a las mujeres y luchó para que tanto en el Reino Unido como en los países que conforman la Commonwealth se les tratara con igualdad de derechos.

Trabajó 70 años y 214 días en un reinado impecable. El sentido de responsabilidad con el que se guió fue extraordinario. Cuando sintamos que estamos frente a una situación para la que no nos sentimos listas, recuerden que este hecho no determina que no podamos con esa prueba y por supuesto recuerden el gran reto al que se enfrentó Isabel II y cómo consiguió su objetivo.

Lady Diana

La princesa de Gales fue una mujer con una historia personal compleja. Desde su nacimiento, el 1º de julio de 1961, Diana Frances Spencer creció con muchas carencias emocionales que pasaron factura en su vida adulta. El divorcio de sus padres, John Spencer y Frances Roche, la marcó pues vivió una infancia alejada de su madre lo que la hizo “muy infeliz” según contó al periodista Andrew Morton.

En 1980, llena de inseguridades, cuando tenía sólo 19 años, conoció al príncipe heredero Carlos de Inglaterra pensando que él realmente se había enamorado de ella. Ya sabemos cómo Carlos III usó a Diana para casarse y dar un heredero a la corona ante la impotencia de no poder llevar al altar a su verdadero amor, Camila Parker-Bowles. Por si fuera poco comenzó a padecer bulimia y otros trastornos que complicaron su paso por la familia real hasta el día de su muerte, el 31 de agosto de 1997, a los 36 años. Diana hizo algo increíble, todo ese sufrimiento lo supo canalizar de una forma positiva, el dolor la sensibilizó y le ayudó a conectar mejor con los más necesitados, así dedicó su vida a numerosas causas benéficas. Hoy la recordamos como la princesa del pueblo, aquella bellísima mujer que nos robó el corazón con su sonrisa, su belleza pero sobre todo con su buen corazón.

Analicemos, cómo una experiencia tan traumática como la que Diana vivió, se puede transformar en algo tan grandioso como la labor social a la que dedicó gran parte de su vida. Transformemos nuestros capítulos más oscuros en algo increíble no sólo para nosotras sino también para las demás personas.

 

Máxima de Holanda

Nació en Buenos Aires en 1971 y aunque su padre, Jorge Zorreguieta, fue secretario de Agricultura en la dictadura de Jorge Videla (1979-1981) la verdad es que conformaban una familia de clase media. Aunado a ello Jorge primero estuvo casado con Marta López Gil con quien tuvo tres María, Ángeles y Dolores, sin embargo terminó enamorando de su secretaria, María del Carmen Cerruti quien quedó embarazada de su primera hija, Máxima, y años más tarde nacieron Martín, Juan e Inés. Así que su sueldo siempre se dividió en dos familias.

Pero Jorge y María del Carmen siempre tuvieron claro que inscribirían a sus hijos en los mejores colegios no sólo para recibir la mejor educación sino también para que se relacionaran con la clase alta porteña a pesar de no pertenecer a ella. Los Zorreguieta Cerruti vivían en un departamento de 120 metros en una colonia bien ubicada aunque cada quincena se las veían duras.

Una anécdota cuenta que las medias hermanas de Máxima le solían pasar ropa usada para que la hoy reina de Holanda vistiera y le diera un segundo aire a esas prendas. Otra anécdota familiar cuenta que en una ocasión Jorge alquiló una cabaña en Bariloche para pasar el invierno pero en el trayecto para no gastar gasolina, en las bajadas el padre de Máxima ponía el auto en punto muerto y así solito tomara vuelo. Historias como esta hay muchas.

Con los años el destino hizo que esta joven de clase media graduada de la carrera de economía se convirtiera en la carismática reina de Holanda. Máxima pudo quedarse haciendo el saludo “corto, corto, largo” y seguir sonriendo como hasta ahora pero en 2006 quiso hacer diferencia, aprovechó sus conocimientos de economía e impulsó junto a la ONU un programa de microcréditos para ayudar a las mujeres de escasos recursos a crear sus propias empresas ejerciendo el oficio que aprendieron desde niñas, muchas de ellas eran artesanas que se vieron beneficiadas con este programa, sacando adelante a sus familias. Máxima se desempeñó como miembro del Grupo de Asesores de las Naciones Unidas sobre Sectores Financieros Inclusivos.

La reina de los Países Bajos nos da una gran lección de solidaridad femenina: estemos en el lugar que estemos siempre debemos buscar empoderar a otras mujeres que lo necesiten. Hoy más que nunca tenemos que ser empáticas entre mujeres y recuerden, nadie construye destruyendo a otro.

Victoria de Suecia

Ustedes pensarán que esta princesa heredera nació con todos los privilegios posibles tomando en cuenta su origen. A veces las apariencias engañan también en las monarquías. Victoria nació el 14 de julio de 1977 como primogénita de los reyes Carlos Gustavo y Silvia de Suecia. Por aquellos años estaba vigente la ley sálica que daba preferencia al varón sobre la mujer. No es necesario explicar que esta ley es retrógrada y discriminatoria.

En ese momento el rey Carlos Gustavo pensaba tener muchos más hijos con la suerte de que entre ellos naciera un varón que lo sucediera pero no contaba que el doctor de su esposa le confirmó meses después que la reina no podría tener más hijos. Entonces el parlamento sueco se dio a la tarea de abolir esta ley con el beneplácito de grupos feministas que también apoyaron y vieron con buenos ojos esta iniciativa.

Ya avanzado el proceso, de pronto sin esperarlo, la reina Silvia quedó embarazada de su segundo hijo, sí, el príncipe Carlos Felipe quien nació en 1979. El rey lo nombró su heredero ignorando que el parlamento estaba por abolir la ley sálica. Cuando el proceso concluyó en 1980, las autoridades del gobierno le recordaron al monarca que quien era la heredera era Victoria y no Carlos Felipe. La ley se aplicó retroactivamente. El soberano sueco siempre ha estado disgustado con esta decisión, un hecho abiertamente discriminatorio para Victoria que siempre ha guardado silencio a pesar de lo mucho que se ha esforzado para estar a la altura como heredera. Todavía el 5 de enero pasado cuando comenzaron los festejos por el jubileo número 50 de Carlos Gustavo, éste se quejó abiertamente porque esta ley se aplicó retroactivamente por lo cual fue duramente criticado y con toda razón.

Nadie pensaría que una princesa como Victoria que se ha esforzado por prepararse a conciencia como futura reina, que ha tenido un comportamiento ejemplar, discreta y trabajadora, fuera objeto de discriminación por parte de su propio padre.

Esto nos recuerda que ninguna mujer está exenta del machismo, incluso una princesa.