Spoiler alert, Enrique VIII terminó decapitando a su amada Ana Bolena, pero esto solo es una parte de todo el historial amoroso del segundo monarca de la casa de Tudor —lee aquí cómo revolucionaron la monarquía las esposas de Enrique VIII. La esposa del rey Enrique VIII recibió varias cartas demasiado gráficas por parte de su marido antes de caminar al altar, y varias han salido a la luz.
¿Qué pasó entre Enrique VIII y Ana Bolena?
Ana Bolena se convirtió en una de las mujeres más influyentes de su época, es una de las grandes responsables de la Reforma Inglesa con la que la iglesia británica abandonó la autoridad del Papa cuando el rey Enrique VIII se empeñó en conseguir el divorcio de su primera esposa, Catalina de Aragón, para casarse con ella.
Cuando se convirtió en reina luchó por causas benéficas para ayudar y proteger al pueblo. Por otra parte, su hija fue la reina Isabel I de Inglaterra, quien llevó al Reino Unido a uno de los reinados más estables y poderosos.
Desafortunadamente Ana fue una mujer incomprendida y adelantada a su tiempo; acusada de conquistar al rey con brujería y se le adjudicaron delitos de traición y adulterio. Fue juzgada y decapitada en 1536. Lee aquí la relación de Ana Bolena con Lady Di en ‘Spencer’.
Las —candentes— cartas de Enrique VIII a Ana Bolena
En realidad Enrique VIII tenía una colección de escalofriantes cartas de amor que escribía a sus esposas antes de deshacerse de ellas. Enrique contrajo matrimonio seis veces con mujeres muy diferentes entre sí, pero se han revelado algunas cartas románticas que escribía cuando sentía profundo amor con ellas —básicamente cuando sólo las cortejaba.
Normalmente les llamaba mistress, pero no con el significado de ‘amante’ como ‘la otra mujer’, sino con verdaderas intenciones de relación formal. Normalmente narraba situaciones de su día a día, algunas noticias y luego cuánto deseaba estar con ellas.
La historiadora y autora de Anne Boleyn’s Letter from the Tower: A New Assessment’ Sandra Vasoli le explicó a Express UK un poco de la relación de Enrique y Ana. El rey escribió, ‘Dios, ojalá estuvieras tú sentada aquí en lugar de tu hermano [George], y deseo un día estar besando tus preciosos duckys’, refiriéndose a los pechos.
“Así que en este punto, ya había cercanía física entre ellos. No necesariamente coito. Pero ya sabes, había cosas pasando. Porque no habría eso si nunca hubiera sucedido”, dijo Sandra al tabloide. No hay registro de las respuestas de Ana, pero la historiadora añade, ”usaba términos cariñosos, pero eran los que se usaban cortésmente en ese momento: ‘mi amante y amiga’. Más tarde comenzó a dirigirse a ella como ‘cariño, querida’”.
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Fragmentos de las cartas de amor de Enrique VIII a Ana Bolena
“La distancia que mantenemos aumenta el fervor de nuestro amor, al menos por mi parte. Espero que ocurra lo mismo por la vuestra.
Os aseguro que el dolor de vuestra ausencia es ya tan grande para mí, que cuando se incremente, se volverá intolerable, aunque tengo la firme esperanza de mantener vuestro afecto imperecedero por mí”.
Otra carta también dirigida a Ana Bolena, expresaba la pena de Enrique VIII por su ausencia. Bolena se había alejado de la corte cuando comenzaron los rumores de que el monarca sentía una fuerte atracción por ella.
“Desde mi partida de vuestro lado, me han contado que vuestra actitud hacia mí ha cambiado totalmente y que no volveréis a la corte ni con vuestra madre ni de cualquier otra manera.
Si es cierto, no puede verdaderamente dejar de sorprenderme, porque estoy seguro de no haber hecho nada para ofenderos. Parece un pago muy pobre para el gran amor que os tengo que me mantengáis a distancia”.