La vida de las tres esposas del último rey de Irán estuvieron colmadas tanto de joyas y lujos, como de finales y vivencias trágicas. Entre las últimas reinas persas que hicieron historia, está la tercera mujer de Mohammad Reza Pahleví, Farah Pahleví —mejor conocida como Farah Diba. De los 84 años de esta mujer, ella siente que ha vivido 200, y es que la historia de Farah estuvo enmarcada por matices de felicidad y tristeza, incluyendo el lamentable caso de la muerte de dos hijos y un exilio que bien pudo transformar su identidad y el curso de su vida.
¿Cuántas esposas tuvo el sha de Iran?
La vida amorosa del sha de Irán siempre fue objeto de curiosidad; sus tres esposas fueron las protagonistas de las primeras sagas estilo telenovela de la realeza, cuyas historias todavía fascinan al mundo. Estas mujeres fueron Fawzia de Egipto (princesa egipcia que se divorció en 1948), Soraya Esfandiary-Bakhtiari (hija de un embajador iraní de origen noble que no le pudo dar hijos al sha) y Farah Diba (la última emperatriz de Irán que vivió en el exilio).
Quién es Farah Diba, la última emperatriz de Irán de 84 años
Después de divorciarse de Soraya por su incapacidad de concebir, el sha buscó a una nueva y fértil esposa, y Farah Diba era una chica independiente, que estudiaba en París porque su madre había querido para ella “una educación moderna en un colegio católico”. Nacida en Irán el 14 de octubre de 1938, hija única de Sohrab Diba, oficial iraní y abogado de la Sorbona de París, y de Farideh Diba; se casó a los 19 años con el sha de Irán en diciembre de 1959.
Farah Diba —joven, bella, capaz de tener hijos, iraní, moderna y europea— cayó tan enamorada del sha como él de ella, vivieron un periodo de 20 años felices, de lujos, fiestas y viajes. La pareja tuvo cuatro hijos: Reza (heredero), las princesas Farahnaz y Leila, y el príncipe Ali Reza. Su gran coronación fue en 1967 y ella fue nombrada emperatriz de los persas; el pueblo parecía admirar a la joven soberana, a pesar de las quejas de que ayudaba a las mujeres a ser más independientes y libres.
El exilio del sha de Irán con su mujer, Farah Diba, y el principio del fin
La revolución islamista del ayotalá Joemini forzó al sha Mohammad Reza, a su esposa Farah y a sus cuatro hijos a irse de Irán y dejar atrás todos los privilegios para comenzar su vida de exiliados. Fue una época muy dura, pues enfrentaron el rechazo de países que supuestamente eran “amigos” del sha, que le negaron la entrada o le permitían poco tiempo de estadía para pasar su exilio. Se fueron a Egipto, el único país que los recibió sin condiciones, y ahí en 1980, el sha murió de cáncer.
Años después Farah Diba confesó que al momento del exilio lo único en lo que podía pensar era en llevarse los álbumes de fotos familiares —”mis amigos me decían, ‘si tanto te preocupa, mételos a una maleta’, y eso sucedió, fue todo en lo que podía pensar”—. Explicó que dejó varias cosas personales a causa del exilio, “recuerdo muchas de las tiaras que usé eran joyas de la corona y le pertenecían al país; y yo tenía una tiara con aquamarina que me regaló su majestad, pero ni siquiera pensé en ella al irme”.
“Cuando piensas en que estás dejando atrás tus raíces, tu país y tu vida, dejando todo atrás, las cosas materiales dejan de importar”, dijo Farah Diba en entrevista.
¿Qué le pasó a los hijos de Farah Diva?
En el 2001, la emperatriz enfrentó la trágica muerte de su hija, la princesa Leila, de 31 años, quien padecía de anorexia y sufría una fuerte depresión nerviosa. También fue muy doloroso el suicidio en 2011 por arma de fuego de su hijo menor Ali Reza. Farah dijo: “A veces me siento como si tuviera 200 años”.
¿Dónde vive hoy Farah Diba?
Hoy, Farah vive entre París y Washington D.C., cerca de su hijo mayor Reza y de sus nietos. Ahora quiere crear en Portugal una fundación que homenajeará la historia de Irán y acogerá parte de sus colecciones personales: “a partir de cierta edad uno empieza a cuestionarse, y así se me ocurrió la idea de crear una fundación en memoria de la historia de Irán, para poder mostrar al mundo el valor de nuestro patrimonio cultural”, explicó la última esposa del derrocado shah de Irán a la revista Expresso (vía AFP).
“Durante todos estos años fuera de mi país (…) he acumulado tantas cosas que mis hijos y nietos no podrán conservarlas”, precisó. Actualmente está buscando un local en Lisboa para albergar la sede de su fundación y sus colecciones compuestas de libros, fotos, pinturas y esculturas iraníes. “Sé que Portugal tiene una democracia estable y madura. Es un país multicultural, tolerante y abierto a la comunidad internacional”, subrayó. Y después de las tormentas que atravesó, alguna vez dijo ante medios, “quizás haya llegado el momento de comenzar la cuarta etapa de mi vida y ser sencillamente una mujer”.