Dado su procedencia histórica, hay piezas a las que no se les puede calcular un precio. Para la monarca, cada artículo tenía un vínculo especial, ya sea por la historia que la llevó a sus manos o por alguna anécdota de cuando la usó. Cabe aclarar que no todo lo que portaba la monarca era de su entera propiedad, quien fuera reina de Inglaterra por 70 años intercaló el uso de Joyas de la Corona Británica con sus propios accesorios.
En la categoría de Joyas de la Corona Británica están objetos sagrados y ceremoniales de incalculable valor e importante peso histórico, los cuales se guardan en la Torre de Londres. Este acervo se mantiene en fideicomiso y pasan de un gobernante a otro, es decir, actualmente pertenecen al rey Carlos III, quien podrá portarlos en Ocasiones Estatales y, particularmente, durante las Regalías de la Coronación.
Considerada la colección de joyas más valiosa del mundo, está conformada por coronas, cetros, espadas y orbes, entre las que destaca la corona imperial de la India, la corona de San Eduardo, la corona del estado imperial, el cetro del soberano con cruz y el orbe del soberano. Si bien, la colección personal de joyas de Isabel II no es la de mayor valor económico, sí era la de mayor valor sentimental. De hecho, hubo algunas a las que les tuvo tanto cariño especial que, la acompañan en su tumba. Según la jefa de Comunicación del National Diamond Council, la reina Isabel II fue enterrada con su anillo de boda y unos pendientes de perlas.
Sobre el legado que dejó a sus herederos, existe la particularidad en los testamentos reales en Inglaterra y es que estos son secretos. Se trata de una práctica que empezó hace un siglo, tiempo durante el cual se ha solicitado a la justicia mantener lejos del escrutinio público 33 testamentos. Es así como se han repartido activos por valor de al menos 187 millones de libras de manera confidencial.
Esta controversial medida se tomó después de un (también controversial) suceso protagonizado por el príncipe Francisco de Teck, tío abuelo de Isabel II, quien legó en su testamento las esmeraldas Cambridge (unas de las joyas más valiosas de la familia), ¡a su amante! La “afortunada” era una mujer noble y casada. La reina María de Teck, hermana de Francisco, no se quedó con los brazos cruzados, por un lado, solicitó a la justicia que el testamento familiar fuera secreto y lo consiguió (algo que se mantiene hasta la fecha); por otro, le compró las joyas a la amante por unas 10 mil libras de la época y las reintegró en el legado familiar. Es por eso que las joyas preferidas de la reina Isabel II se repartieron en secreto y, probablemente, libres de impuestos. Entre algunas de las piezas de mayor valor emocional para la fallecida monarca destacan:
Tiara Niñas de Gran Bretaña e Irlanda
Fue un regalo de bodas de las “Chicas de Gran Bretaña e Irlanda” a la entonces Duquesa de York, más tarde la Reina María, en 1893. Un comité presidido por Lady Eva Greville recaudó el dinero para comprarla. En noviembre de 1947, la reina María entregó la tiara como regalo de bodas a su nieta: Isabel II. En algunas emisiones de billetes y monedas británicos y de la Commonwealth, la reina porta esta pieza.
Collar Nizam of Hyderabad
Hecho por la casa Cartier en los años 30, esta pieza fue adquirida por el último Nizam de Hyderabad, Mir Osman Ali Khan, en 1947. El gobernante del estado indio se la obsequió a Isabel II como regalo de bodas. A la luz de la muerte del monarca, se especula que la propiedad del collar recaiga en manos de la duquesa de Gales, quien la ha portado en múltiples ocasiones.
Diamante Cullinan V
La piedra central de este broche en forma de corazón, Cullinan V, ¡pesa 18.8 quilates métricos! Sí, es impresionante. El fragmento formó parte del famoso diamante Cullinan, el más grande de todos los hallados a lo largo de la historia. De ahí la existencia de un broche Cullinan III y IV, un anillo Cullinan IX, otro broche Cullinan VI y VIII, y un collar de esmeraldas con un diamante colgante (Cullinan VII).
Este broche en particular lo recibió en 1953, como parte de la herencia de la reina María de Teck, su abuela.
Tiara Vladimir
La historia de esta pieza data de 1874, cuando la recibió la gran Duquesa Vladimir, la tía de Nicolás II, el último zar de Rusia, con motivo de su matrimonio. Durante la revolución rusa, la pieza fue sacada a del país y, posteriormente, adquirida por la Reina María, quien la reparó. En 1924, se le hizo una adopción para que se le pudieran engastar esmeraldas dentro de sus círculos de diamantes, en lugar de las perlas originales. La fallecida monarca británica la porto con perlas, con esmeraldas o sola, siendo una de sus joyas preferidas. Aunque se la hemos visto puesta a Kate Middleton, se especula que la heredó Camila Parker.
Collar de perlas
De lo discreto y constante, pocos toman en cuenta el que fuera uno de los accesorios favoritos de la monarca. No sólo era uno el collar de tres hileras de perlas, la reina tenía tres versiones muy parecidas. Uno se la regaló su abuelo, el Rey Jorge V; la segundo fue un se la dio el emir de Qatar y los expertos comentan que ella se mandó hacer una más.