Así vivió sus cuatro embarazos la reina más longeva del mundo

Como debía ser, la príncipe Andrés (vinculado a los casos de Jeffrey Epstein y sin rol en la realeza, de 62 años), y el príncipe Eduardo (casado con Sofía de Wessex, 58).

1) Nacimiento del príncipe Carlos: 14 de noviembre de 1948

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Las 30 horas de parto y una cesárea practicada casi de emergencia acabaron con la ilusión que la princesa Isabel vivió en su primer embarazo. Algo es muy cierto, desde que nació el príncipe Carlos siempre le hizo ver su suerte.

Esas contracciones fueron premonitorias. En las casas reales de enton-ces era costumbre dar a luz en el palacio. Así, el Buhl Room de Buckingham, que hospedaba a importantes visitas, de pronto se convirtió en una sala de parto con lo necesario para un alumbramiento.

Con 22 años, la hija del entonces rey Jorge VI trajo al mundo a su primogénito, el príncipe Carlos Felipe Arturo Jorge, mientras su esposo, el príncipe Felipe de Edimburgo, jugaba squash con su secretario privado.

Por esos años no se acostumbraba a que el padre participara del nacimiento. Tommy Lascelles, secretario privado del rey Jorge VI, que sí estuvo pendiente afuera del salón, le avisó al esposo de Isabel del nacimiento de su hijo. “Parece un pudín de ciruelas”, dijo Felipe al ver al bebé, y le entregó a su esposa un ramo de rosas rojas y claveles.

Cuando nació Carlos, como es tradición, la Artillería Real de la Tropa del Rey disparó 41 cañonazos. 

2) Nacimiento de la princesa real Ana:15 de agosto de 1950

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Mientras que sus tres hijos hombres nacieron en el palacio de Buckingham, la princesa Ana lo hizo en Clarence House, pues la residencia oficial de la familia real estaba en remodelación.

Al verla, Felipe esbozó un: “¡Es la niña más dulce!”, entonces se convirtió en su favorita. El orgulloso padre destapó una champaña que compartió con el personal de la casa real. Después telefoneó al Castillo de Balmoral para que le avisaran al rey Jorge VI del nacimiento de su segunda nieta.

La reina madre Isabel se trasladó a Clarence House para encontrarse con su hija mayor, y ella, al ver a su madre, respiró aliviada, necesitaba hacerse cargo de la nueva bebé, mas no quería descuidar a Carlos, así que la abuela era la perfecta compañera de juegos del príncipe.

En el nacimiento de sus dos primeros hijos, Isabel II todavía era princesa heredera, así que tenía poco tiempo para dedicarse a los pequeños, ya que estaba inmersa en aprender el oficio de ser reina.

Ana, su única hija, tenía un vínculo más cercano con Felipe que con la soberana, aunque la relación entre madre e hija es buena. 

3) Nacimiento del príncipe Andrés: 19 de febrero de 1960

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Esta vez Isabel II eligió la suite Belga del palacio de Buckingham para dar a luz a su tercer hijo, el primero que nació al ser reina de Inglaterra. Así que podía tomarse su tiempo.

Andrés fue el bebé más grande de sus cuatro hijos. Habían pasado 10 años de su último embarazo y la soberana pidió que aplicaran una controvertida técnica llamada “Sueño crepuscular”, que no era otra cosa que anestesiar a la madre para que durmiera plácidamente mientras el doctor y los fórceps hacían lo suyo.

Fue amor a primera vista. Podemos decir que con Andrés la soberana aprendió a ser madre. Por vez primera se sentó a leerle cuentos, a enseñarle la hora y a cuidarlo. Por eso dicen que es su favorito porque con él estableció un vínculo madre e hijo muy estrecho que perdura hasta estos años. Con ningún otro hijo es tan cercana. 

Cuando nació Andrés, fue amor a primera vista. Sin embargo, para la jefa de la casa real de Windsor, el nacimiento de Eduardo fue el más especial porque su esposo estuvo presente. 

4) Nacimiento del príncipe Eduardo: 10 de marzo de 1964

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Durante su último embarazo la monarca, de entonces 37 años, se tomó más tiempo para informarse sobre temas de maternidad. Le encantaba leer revistas para tomar consejos.

En una de ellas descubrió una nueva tendencia en el parto, se refería a que los especialistas recomendaban a los padres entrar al quirófano con sus esposas para apoyarlas durante el nacimiento del bebé. A ella le encantó la idea y se lo propuso a Felipe de Edimburgo, y aceptó.

Mientras el príncipe Eduardo nacía, Felipe e Isabel II se mantuvieron tomados de la mano. Para la reina fue un momento muy especial, así lo contó Ingrid Seward en el libro My Husband and I: the inside Story of 70 Years of Royal Marriage.