Por: Cynthia Leppäniemi
Carolina Adriana tenía 12 años cuando su madre presentó su primera colección de moda en el Metropolitan Club de Nueva York, en 1981. Entonces Carolina Herrera tenía 42 años, y junto con tres de sus cuatro hijas, y su marido aristócrata, los Herrera, de origen venezolano, se instalaron en la “Gran Manzana”.
Carolina hija, a quien su madre se ha referido como “la verdadera Carolina Herrera”, porque “yo el Herrera lo tomé prestado de mi marido”, creció dentro de un linaje de mujeres de estilo, heredando de su madre y sus abuelas el gusto por la belleza y la moda.
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Uno se pregunta cómo es crecer junto a una madre como Carolina Herrera, hoy de 82 años, exitosa, con un estilo personal tan marcado. Una mujer que se abrió paso entre los grandes diseñadores de moda en los 80 y 90, como Calvin Klein o Donna Karan.
“La principal lección de mi madre ha sido la humildad, el trabajo y el esfuerzo; me ha enseñado que el mundo es más que tu éxito. También la importancia de reírse de uno mismo. Ella siempre dice: ‘Cultivar un mundo interior, no creerse todo lo que dicen de ti, ni lo bueno ni lo malo’”, afirma Carolina en entrevista exclusiva para Vanidades.
UN CAMINO PROPIO
En 1996, Carolina Adriana se unió a la compañía al involucrarse en la división de fragancias con el lanzamiento de 212, hoy día de las más representativas y exitosas del grupo. Con los años, la ahora Directora Creativa de Belleza de Carolina Herrera no sólo ha sabido crecer y dar continuidad al legado de su talentosa madre, sino que lo ha aderezado con su propio estilo y una dosis de frescura.
Carolina, hoy de 52 años, es madre de tres hijos (Olimpia, de 15; Miguel, de 14, y Atalanta, de 11) y recién se ha divorciado. Vive en la ciudad de Madrid y trabaja afanosamente en la compañía.
Asegura que los tiempos de pandemia fueron un reto, y que de los obstáculos surgieron oportunidades. “Teníamos planeado lanzar la línea de maquillaje en marzo del año pasado, pero con gente confinada tuvimos que encontrar maneras de trabajar para que las cosas funcionaran de un modo diferente. Le dimos la vuelta y al final resultó”.
Si bien la pandemia fue reto en lo profesional, en lo familiar pasó a ser de mucha introspección, según platica. “Mi hija fue diagnosticada con COVID-19. Ha sido un tiempo de familia. De enseñarle a mis hijos que somos muy afortunados. Yo tengo un trabajo, una casa en la que podemos estar todos cómodamente y pasar el tiempo juntos. Ha sido un año de crecimiento. Con una especie de angustia global. Doy gracias todos los días porque mi familia se encuentra bien, viendo al mundo pasándola verdaderamente mal”, comenta.
Y en este tiempo, la oportunidad, dice Herrera, de darse cuenta de que no requerimos tanto para vivir. “No necesito viajar y consumir tanto. En realidad la familia es lo más importante, los momentos íntimos, los pequeños detalles son lo que en realidad te da la gasolina, los nutrientes diarios que necesitas”.
EL ESTILO, EN 2021
¿Se nace con estilo?, le pregunto a Carolina, y me contesta que se nace y se trabaja.
“Hay personas que lo tienen, y hay gente que con el ojo, el oído y la sensibilidad se cultiva. Es aprender a ver las cosas de una manera diferente, a estar cómoda con una misma. El estilo tiene que ver con la autoconfianza y no seguir todas las tendencias del momento. Es una especie de seguridad y de saber estar; de apreciar las cosas bellas, pero darte cuenta cuando hay otras que igual no te gustan pero son interesantes. Hay que tener el ojo agudo a todo: ‘¿Quién dice qué es lo que es bonito o lo que es perfecto?’”.
CON ELEGANCIA, CON VANIDAD
Le pregunto si la elegancia tiene que ver con la idea de “menos es más”, y responde que sí. “Es una filosofía de vida. Es importante saber seleccionar, editar lo que haces, adónde viajas, a tus amistades, hasta la ropa y la cosmética. Un buen edit para la vida es esencial”, asegura.
Y a todo esto, le menciono si es vanidosa. “La que te diga que no, miente. Y es que todas tenemos una dosis de vanidad. De hecho, es vital: se trata de seguridad. No es la vanidad prepotente; es cultivar el yo sin ser arrogante. Un poquito de ella, en el buen sentido de la palabra, está bien. La vida es ying y yang, no puedes ser los extremos de una cosa u otra. Tener un poco de vanidad es ser segura, aceptar lo bueno y lo malo, los errores y los logros. Es lindo que te digan un piropo de vez en cuando, pero la vanidad puede venir hasta del intelecto; vanidad cuando te sientes satisfecho de un logro. Sin embargo, cuando vas encima de todos, eso es tener muy poca humildad”. Esa, sin duda alguna, es la máxima lección de las Herrera.