De nada sirve que tengas un producto especial para cada rincón de tu cuerpo, si no sabes la correcta secuencia de aplicación. Para eso tendremos que recordar nociones básicas de anatomía. La piel es el órgano más grande y visible, en promedio mide 2 metros cuadrados y representa, ni más ni menos, casi una sexta parte del peso corporal.
Además, está conformada por distintas capas: epidermis, dermis e hipodermis o tejido subcutáneo (con sus subsecuentes subcapas). En contraparte, los tratamientos cosméticos están diseñados para actuar a diferentes profundidades, unos están diseñados para ser absorbidos y otros para actuar como una barrera contra el medio ambiente.
Si en tu tocador hay agua micelar, desmaquillante, crema hidratante, aceite, suero, contorno de ojos, bloqueador, entre una larga lista de productos más. Tal vez es momento que, antes de saber cómo aplicar los productos para la cara en el orden correcto, revises su caducidad.
Si tus productos no han perdido su vigencia, es momento de simplificar la rutina de cuidados, elegir los más importantes y acomodarlos para que sepas con cuál comenzar. Sólo necesitas unos productos específicos enriquecidos con ingredientes eficaces, limpios y adecuados a tu tipo de piel.
“Es importante cuidar correctamente el cuidado de nuestra piel a diario. Debemos prestar la misma atención a la selección de alimentos y a nuestra dieta. Una correcta evaluación del estado de la piel nos permite construir perfectamente la rutina de cuidado de la piel, aportando todos los elementos que necesita para tener un aspecto saludable”, informa Monica Poli, directora de ciencias y tecnologías de la piel para Comfort Zone.
Paso a paso
1. Comienza con un dermolimpiador que lave de manera correcta y eficaz, que no es lo mismo que excesiva. En otras palabras: no se trata de tallar ni resecar. El objetivo es retirar células muertas, maquillaje, exceso de sebo, sin alterar o vulnerar la barra cutánea. Lo puedes hacer con un jabón líquido, en barra o con aceite facial junto a una espuma dermolimpiadora (método de la doble limpieza). De manera opcional, puedes aplicar un tónico para completar esta fase.
2. Después, vienen los sueros faciales, los ubicarás porque, normalmente, vienen en frascos opacos con gotero. Se tratan de concentrados de ingredientes activos, por lo que con una cantidad de dos a tres gotas es suficiente para cubrir cara y cuello. Los más comunes son:
– Vitamina C: Si eres joven, amarás su efecto iluminador; pero si eres de piel madura, sus poderes antioxidantes y antimanchas son excelentes razones para usarlo. Aunque puedes aplicarlo dos veces al día, la mayoría de los expertos recomiendan que lo uses de día.
– Ácido hialurónico: Aunque naturalmente está presente en nuestro cuerpo, haciendo que la piel parezca más húmeda y rellena, con el paso del tiempo reduce su presencia.
– Retinol: Por sus beneficios se ha vuelto imprescindible: reduce la presencia de arrugas, brotes y el tono desigual de la piel. Puede provocar sensibilidad al sol, por lo que debes usarlo sólo por la noche.
3. Sigue con el contorno de ojos. Con una porción del tamaño de un grano de arroz tienes para atender párpados superiores e inferiores.
4. Continúa con la hidratación o humectación usando una crema textura en gel o crema, según tu tipo de piel lo necesite. Su alcance es superficial y, además de nutrir, ayuda a fortalecer la barrera cutánea, evitando que se evapore la hidratación natural.
5. Por último va el protector solar. Es tu escudo contra los daños causados por nuestra amado astro rey. En la ciudad usa un FPS del 30 al 50. En la playa, recurre a la máxima protección. Obviamente de día.
Rutina pro
Si eres amante del skincare, añade los siguientes tratamientos a tu plan de cuidados, así podas atender problemas puntuales como resequedad, falta de luminosidad, apariencia cansada o exceso de oleosidad. Entre los pasos más recomendables destacan:
– Exfoliantes
Olvídate de lo granulados, cuya fricción irrita, sensibiliza y altera la epidermis. Lo de hoy son los de acción química, que mediante la combinación de ácidos y otros activos, ayudan a suavizar y desprender células muertas, perfeccionando la textura de la cara. Lo recomendable es usarlos de una a dos veces por semana.
– Mascarillas
Ya sea en textura cremosa o en hoja (sheet mask), son ideales para trabajar problemas cutáneos concretos, como la deshidratación, el acné o los poros dilatados.
– Tratamientos y masajes faciales
Realizados por un profesional, en estas sesiones se pueden trabajar en capas más profundas, empleando dosis más concentradas de ingredientes activos e incorporando aparatología especial.