Quizá cuando te enteras que tus hijos hacen algo inapropiado, que no te gusta, sientas un gran impulso por quitarte la chancla y lanzársela a la cabeza. Bueno, tal vez a algunos nos tocó convivir con esta pedagogía que hoy día está en desuso y francamente rechazo, pero quiero emplearla como metáfora.
Imagina que esa chancla es la manera en que reaccionas en momentos de conflicto con tus hijos. Tus gritos, palabras hirientes o ciertas actitudes negativas son los chanclazos que lanzas. Y es que a todos un día nos llega una prueba inesperada que no viene en algún manual de paternidad o maternidad que conozca: un desacuerdo fundamental del modo de ver la vida con un hijo adolescente o incluso adulto.
Los seres humanos estamos programados emocionalmente para responder instintivamente en los momentos de estrés, una reacción que le llamamos “ataca o corre”. Resulta que los padres no podemos salir corriendo (aunque se dan casos), pero reaccionamos de manera negativa, atacamos, en lugar de buscar la mejor respuesta para su educación.
Pero si aprendemos a manejar nuestras emociones, les enseñaremos a hacerlo con las suyas, no importa la edad que tengan. Para lograrlo, te recomiendo la atención plena en la paternidad, que enseña la psicóloga y escritora Kristin Race, en su libro Mindful Parenting. Son tres pasos:
1. Observa tus propios sentimientos cuando entras en conflicto con tu hijo(a), no te enganches; tal vez tu reacción es más severa porque el tema te afecta de manera propia: te da vergüenza su comportamiento, sientes que tú has fallado, quieres evitarle cometer el mismo error de juventud o percibes que tus expectativas no se van a cumplir.
2. Antes de decir algo toma una pausa y pon atención en tu respiración, si estás agitada o agitado, no respondas hasta que recuperes el ritmo.
3. Finalmente, escucha para entender y no para refutar. Pregunta, averigua y repite los pasos: observa tus emociones, pausa y escucha.
Posiblemente no llegarás a un acuerdo, pero recuerda que el ser madre o padre no es sobre ti, sino acerca de tus hijos que haz formado para que tengan sus propias opiniones.
Lo más importante es que los escuchemos y los entendamos; mantener una relación cercana, abierta y de confianza, antes que demostrar que nosotros tenemos la razón.
Rosalinda Ballesteros es Directora del Instituto de Ciencias del Bienestar y la Felicidad, Universidad Tecmilenio.