Intentar educar a los niños y niñas con nalgadas es ineficaz y potencialmente dañino, de acuerdo con la Academia Americana de Pediatría, ya que afecta negativamente las relaciones familiares y distorsiona la visión del menor sobre la violencia. Pese a esto, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) reporta que el castigo físico es la forma de disciplina violenta más utilizada en el mundo, ya que por ella han pasado el 80% de los niños de 2 a 14 años; hay otras formas de educar más efectivas y amorosas.
La mala conducta de un niño es a menudo un grito de ayuda para calmarse
“Muchas veces, ante el enojo provocado por una conducta de nuestros hijos, lo primero que se nos ocurre es darles una nalgada o un pellizco, sin embargo, es mejor que como padres nos tomemos unos minutos para calmarnos antes de hablar con ellos”, nos recomienda Verónica Gutiérrez, CEO de Parenting Global y creadora del World Parenting Forum.
“La forma en la que reaccionamos con nuestros hijos tiene más que ver con cómo nos estamos sintiendo en ese momento y lo que aprendimos, que con lo que ellos están haciendo”.
“Lo importante es que poco a poco aprendamos a gestionar nuestras emociones para prevenir las agresiones físicas. La mala conducta de un niño es a menudo un grito de ayuda para calmarse y una apuesta por la conexión”, comenta Verónica.
Las consecuencias de los golpes y nalgadas
La principal razón para dejar de dar nalgadas a los niños es que esta técnica no funciona. Después de pegarle a un niño, éste deja de llorar o de hacer lo que está haciendo, sin embargo, nalguear no hace que los menores se porten mejor a largo plazo, de hecho, empeora su comportamiento.
Los estudios de la Academia Americana de Pediatría concluyen que cuanto más se azota a un niño, más agresivo será en el futuro y más proclive a desarrollar tendencias delictivas, ya que se les enseña que la fuerza física es aceptable para conseguir lo que quieren y para solucionar conflictos.
Hay padres que les pegan a sus hijos por costumbre, y esto hace que los pequeños cambien de conducta momentáneamente por temor, sin embargo, no adquieren la conciencia de que su conducta es inapropiada.
Otras consecuencias de intentar educar con nalgadas son:
- Deficiencias en el desarrollo social y emocional de los niños.
- Retrasos en el aprendizaje.
- Trastornos psicológicos y somáticos.
- Estado de ánimo cambiante.
- Ansiedad
- Abuso de sustancias.
- Incapacidad de enfrentar problemas.
“Las repercusiones negativas de pegarle a nuestros hijos son mucho mayores que las lecciones que creemos que estamos impartiendo. Además provoca que los niños pierdan la confianza en sus padres e inconscientemente se alejen poco a poco. Más tarde, en la adolescencia, esto pasará factura con graves repercusiones en las relaciones familiares y en la comunicación”, indica Gutiérrez.
Es vital que los padres consideremos cuidadosamente como respondemos cuando nuestros hijos se portan mal. De acuerdo con Tina Payne Bryson, speaker del World Parenting Forum y coautora del libro Disciplina sin lágrimas, “la disciplina se trata de enseñar, no de castigar”.
Estrategias para educar a los niños sin nalgadas y con alternativas amorosas
Verónica comparte algunas estrategias para educar a los niños con mejores alternativas, mismas que varios de los speakers del World Parenting Forum discutirán.
-REGULARSE: De acuerdo a la psicoterapeuta Teresa García Hubard, los niños se sienten más seguros cuando hay un adulto presente, conectado y a cargo. Por lo que es importante recordar que el cerebro de nuestros hijos está en desarrollo y necesitan a sus padres como apoyo en la corregulación. La mejor forma de lograrlo es compartiendo tranquilidad y calma, acompáñalo en el proceso.
-CONECTAR: A mayor intensidad emocional, mayor necesidad de conexión experimentan nuestros hijos, ya que las emociones son procesos automáticos que no se controlan, sólo se pueden regular.
Los niños tienen una profunda necesidad de conexión, los especialistas en crianza a lo largo de décadas de investigación han identificado que especialmente durante los tiempos de angustia es cuando más necesitamos estar cerca de las personas que nos cuidan; conectar traerá un gran beneficio para todos.
-DIALOGAR Y REFLEXIONAR: Es clave conectar con nuestros hijos y validar sus emociones, luego se puede establecer el diálogo y razonar con él o ella. Siempre es mejor preguntarle al pequeño qué fue lo que sucedió y por qué se comportó como lo hizo, este es un paso importante para llegar a un acuerdo y poner límites después de conversar con ellos.
Es importante que al educar, nuestros niños sepan qué fue lo que hicieron y cuál comportamiento fue incorrecto, pero es importante recordar que no se deberá rechazar nunca al niño.
-REFORZAR LO POSITIVO. Decirles con claridad lo que está mal es bueno, pero el foco del padre y madre debe estar en reforzar las acciones positivas que realiza el o la menor con felicitaciones y otros estímulos positivos.
El refuerzo positivo y los elogios impactan mucho más para lograr la repetición de la conducta deseada, volviéndose más efectiva la comunicación, la asertividad, la empatía y la paciencia para educar a los hijos y conseguir buenos resultados.
-REPARACIÓN DEL DAÑO: Es mejor proponer soluciones a nuestros hijos cuando cometen una falta importante, a fin de que participen en la reparación del daño. Lo primero será hacerle entender por qué está mal lo que hizo de forma firme, pero sin agresión.
Hacerle cuestionamientos es una excelente estrategia para lograr que recapacite, del tipo: ¿Cómo te sentirías si te lo hubieran hecho a ti? Esto además refuerza la empatía. Luego, el paso sería buscar juntos una solución y no dar por terminado el asunto hasta que el menor repare el daño.
-FIJAR LÍMITES: Éstos son necesarios para una crianza respetuosa, responsable y saludable. El que conozcan los límites mientras se promueve la comunicación, colaboración y respeto, les brinda a nuestros hijos la oportunidad de que desarrollen habilidades como la empatía.