Recuerdo aquel diciembre de 2008, cuando por vez primera llegó a nuestro país una incipiente cantante neoyorquina de ascendencia italiana y suiza. Ella tenía su primer disco en la maleta y abrió el concierto de los New Kids on the Block, en el regreso del grupo, luego de 14 años de ausencia.
Tanto en las ciudades de Guadalajara y Monterrey, la prensa y los fans de los no tan ‘kids’ hicieron caso omiso de las entrevistas que ofrecieron y de los 17 minutos de espectáculo telonero que llevó Lady Gaga. En ese tiempo presentó el material The Fame y el tema “Just Dance”. Pero en el entonces Distrito Federal todo fue diferente, ya que el reportero asignado para la cobertura me llamó por teléfono para preguntar si hacía o no la entrevista con la cantante telonera del concierto del reencuentro. Le respondí: “¡Adelante!, igual se vuelve famosa y ya la tenemos”. Así se hizo.
Pasaron solamente unos cuantos meses cuando la extravagante compositora ya ocupaba el primer lugar de popularidad, se hizo acreedora a importantes premios y, por supuesto, adquirió millones de seguidores. ¿La canción? “Poker Face”, segundo tema del mismo disco que la trajo a México.
Con The Monster Ball Tour en mayo de 2011, Lady Gaga regresó a presentarse en solitario, ante miles y miles de fanáticos que acudieron a sus conciertos. Recuerdo que en la conferencia de prensa con medios nacionales e internacionales, Gaga llegó tarde. Ella observó a la concurrencia, señaló al reportero de Televisa Espectáculos y dijo: “Tú, tú, sí, a tu medio sí le doy entrevista, tu medio me apoyó cuando no era nadie…”.
Lady Gaga en la meca del cine
He venido observando desde entonces la carrera profesional de Gaga. Es una mujer vanidosa, glamurosa y con el tiempo ha refinado su estilo. De utilizar, como Madonna o Elton John, outfits llamativos –como un vestido de carne y raros zapatos de plataforma–, hoy es poseedora de un aire distinguido y elegante, que la llevó fácilmente al elenco estelar de la cinta House of Gucci. Y les seguiré contando… porque hay más.