Tal parece que la época victoriana fue un momento de la historia con demasiadas actividades particulares. Están as cartas que revelan los problemas matirales de la reina Victoria y el príncipe Alberto.
Hasta el día de su muerte, Victoria usó ropa y joyería negra, y solicitó que se hiciera lo mismo con sus hijos y la corte —pero esta exigencia duró solo hasta 1880.
Después la reina vivió el luto de forma privada, sin aparecer en público, pero su apariencia sombría y obscura provocó que los materiales de las joyas fúnebres se popularizaran —tales como ónix, vulcanita, gutapercha y azabache.
La época victoriana tardía se convirtió en “un culto fúnebre” donde el luto integró los eventos sociales, la moda y varios otros aspectos de la vida en general. Esta estética inspiró a lo que hoy día es el steampunk, gótico, punk s&m y fantasía.
La tenebrosa joyería fúnebre de la época victoriana
La comerciante de joyas antiguas, Leonore Dailey, explicó a National Jeweler que en realidad “la joyería de la época gregoriana era más macabra que la victoriana […] porque la primera se enfocaba más en el concepto memento mori —hacernos recordar que moriremos algún día—“.
Y que la joyería fúnebre de la época victoriana “era para venerar y recordar la pérdidad de un ser querido. Estaba más enfocada en lo individual”.
Dailey también explicó que el material más usado era: ónix, caparazón oscuro de tortugas, perlas y el famoso azabache o French jet (era un carbón fosilizado negro y brillante).
¿Cómo era la joyería fúnebre de la época victoriana?
La moda victoriana abarcaba joyería que representase las facetas de la vida de una manera simbólica y sentimental. Por eso la joyería fúnebre incluía medallones, cruces, urnas, camafeos, broches, relicarios y anillos.
Entonces surgió el arte de tejer mechones de cabello de los muertos a los accesorios y joyas. Lo que un joyero hacía era añadir el mechón trenzado o suelto dentro de las piezas para hacerlo usable —y resistía a la descomposición.
Había cabello tejido en los collares, aretes, anillos y dentro de los camafeos o relicarios junto con una fotografía del muerto.
Quizá algunas de las piezas más sombrías y extrañas eran laa joyas con dientes de niños que murieron a temprana edad. Había altas tasas de mortalidad infantil, por lo que incluian los dientes a estas piezas, como en anillos y broches.
De hecho, Victoria había usado ya el diente de una de sus hijas —pero no porque hubiese muerto, sino que Alberto colocó su primer diente de leche en un broche de oro, regalo otorgado a la monarca en 1847.
Más allá de un simbolismo macabro, lo veían como algo romántico, ya que los objetos eran símbolo de los fallecidos. ¿Qué te parece esta particular joyería fúnebre?