Cuando novia real, Diana eligió su anillo de compromiso de una selección presentada a la pareja por Garrard, el joyero real. En febrero de 1981, el príncipe y Lady Di cenaron con la reina en el castillo de Windsor antes de retirarse a la sala para seleccionar el anillo de compromiso indicado de una bandeja de más de una docena de argollas enviadas desde Londres.
Sin dudarlo un instante, Diana eligió el que fue su favorito, ¡y no fue el más grande! Fue un enigmático anillo de oro compuesto por un racimo de 14 diamantes que rodean un zafiro oval de Ceilán.
La gema tenía un costo de 36,472 dólares —ahora vale 143,283 dólares— pero debido al significado simbólico en la Familia Real, gracias a la princesa Diana, fue valorado en 325,645 en 1997, justo antes de la trágica muerte de la princesa.
Joyas que el príncipe Carlos le regaló a la princesa Diana
Diana debió de pensar que Carlos la prodigaría con joyas durante todo su matrimonio, así que ella nunca perdió la oportunidad de usar los detalles que le obsequiaba su esposo: un reloj de oro que le dio por su cumpleaños 20, una pulsera de diamantes art deco y un par de pendientes de brillantes color esmeralda.
Posteriormente, Carlos le regaló un collar de oro para enmarcar el nacimiento del príncipe William. Está compuesto por un disco de oro grabado con el nombre de su primogénito, William, escrito en manuscrita por Carlos.
Pero a medida que su matrimonio se esfumaba y la pareja se separó, los regalos comenzaron a disminuir. Durante la segunda mitad de su relación de 12 años, Carlos le regaló a Diana unas cuantas piezas de joyería, pero no fueron de su suficiente agrado como como para llevarlas en público.
Qué pasó con las joyas que Carlos le regaló a Lady Di
Al igual que su modo de vestir, que retrataba su personalidad enérgica, a Diana le gustaba contar historias a través de sus joyas, y usarlas para transmitir sus emociones más íntimas. Ella portaba los regalos de Carlos cada vez menos.
De hecho, muchos collares, aretes y anillos que llevaba a finales de los años 80 fueron identificados erróneamente por un medio, que todavía creía en el “cuento de hadas” real, como los regalos de aniversario de un marido romántico. Entre ellos también destacó un notablemente un anillo cuadrado de esmeralda que usó en el polo en 1989, pero que realidad fue prestado por la reina.
Sin embargo, lo que más importaba era su amor perdurable por sus hijos. Diana llevaba solo dos de los obsequios de Carlos en homenaje a sus dos hijos hasta el final de su vida: un brazalete de oro y un colgante de oro con el nombre de su primogénito, que siempre llevaba cerca de su corazón.
En el momento de su muerte, la colección de joyas de Diana estaba repleto de gemas preciosas que correspondían a una verdadera princesa.