¿Apoco ser ‘una señora’ es tan malo? Nosotras no lo creemos. Aquí algunas señales de que te estás convirtiendo en la señora orgullosa que siempre soñaste ser.
Recientemente hemos escuchado que las mujeres que tienen, de 30 años en adelante, se adjudican el término “señora” en alusión a que ya no son unas ‘jovencitas’.
Es curioso porque el significado de la palabra ‘señora’, así como su connotación varía de lugar en lugar. Por ejemplo, en Colombia es lo más normal del mundo que te llamen “señora” como sinónimo de respeto después de cierta edad (de ejemplo, tenemos las telenovelas colombianas), sin que ninguna mujer se sienta ofendida al respecto.
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Al otro lado del mundo, en algunas partes de Francia, es de mal gusto llamar a una mujer ‘señorita’ porque -según ellos- estás asumiendo su estado civil, el cual no debería importarte. En otras palabras, si le dices ‘señorita’ a alguien, eso significa que eres un metiche.
En México (al igual que en Argentina), llamarle ‘señora’ a alguien últimamente ha pasado a ser algo que tiene que ver directamente con la edad de una mujer. En otras palabras, varias mujeres se ofenden si les llaman señoras porque es como si les estuvieran diciendo que ‘están viejas’ o ‘se ven viejas’.
Orgullosamente señoras
También es cierto que varias chicas de la generación millennial se llaman a sí mismas “señoras orgullosas” porque asumen su edad, así como las actividades ‘de señora’ que ahora realizan gustosas y que en sus 20 jamás imaginaron hacer y mucho menos disfrutar.
Si eres de este club, entonces te vas a identificar con alguna de estas señales que delatan que te estás convirtiendo en toda una señora…y te encanta:
1. Te convertiste en la señora de los perros y/o los gatos.
No hay mucho que explicar. Tu instinto materno se ve reflejado en los perros o gatos que tienes, mismos que los tratas como si fueran tus hijos…porque lo son, obviamente.
2. Te convertiste en la señora de las plantas.
Tu casa o departamento podría ser un invernadero por la inmensa cantidad de plantas que tienes. Hay de todo un poco: de sol, de sombra, las que se riegan poco, las que se riegan mucho…ah, y cada planta tiene su nombre, obviamente. Las saludas cuando llegas a tu casa y les preguntas cómo han estado a la hora de regarlas porque dicen que crecen mejor cuando les hablas bonito.
3. Cuando vas al centro comercial, te emocionas más al visitar tiendas de decoración de hogar que tiendas de ropa.
Antes, en tu adolescencia y temprana juventud, tus idas al centro comercial eran emocionantes porque ibas a ver qué llevabas para tu guardarropa. No obstante, eso cambió y ahora no hay nada que te de más felicidad que ir al mall a ver qué cosas nuevas de decoración y hogar tienen las tiendas.
4. Tu definición de la hora feliz ya no es un 2×1 en tragos, sino una hora más de sueño.
No hay más que decir. Entrando a los 30 pocas cosas te pueden hacer más feliz que tener una hora más de sueño; y si eres mamá, olvídate, dormir aunque sea media hora más es la definición de felicidad absoluta.
5. Empiezas a googlear cosas como “Por qué me truenan las rodillas” y otros achaques.
Tu historial de consultas en Google son búsquedas como: “Por qué me siento tan cansada”, “Remedios para la colitis”, “Cómo quitar el dolor de rodillas”, entre otras similares.
6. Antes pasabas por cervezas, ahora pasas por antiácido estomacal.
Anteriormente, cuando te invitaban a una borrachera, te parabas en una tienda para comprar cerveza; ahora, te paras en una farmacia por Riopan o algún otro antiácido…por si las dudas y porque sabes que esta es una de las inequívocas señales de que te estás convirtiendo en una señora.
7. Tus tiendas favoritas ahora son Ikea, Zara Home y Pottery Barn.
Todas aquellas tiendas que sean de decoración o que tengan una sección de decoración y hogar se convierten en Disneylandia para ti.
8. Cada vez te importa menos lo que los demás piensan de ti.
Esto se debe a que porque cada vez te aceptas más, por fuera y por dentro. Como dirían los psicólogos: te aceptas con tu luz y tu sombra. Sabes que no eres perfecta, pero ya aprendiste a reconciliarte con esas parte de ti que no te encantan. Sí, tal vez ya te asumes como señora, pero una señora feliz y en paz consigo misma, ¡sí señor!
9. Los planes con tus amigas pasaron de ser: sábado en la noche de antro a brunchs de domingo a medio día.
10. Cada vez te preocupa más estar cómoda que ‘a la moda’.
¿Te ha pasado que te invitan a cualquier evento formal, y mientras las adolescentes y chicas jóvenes prefieren soportar el frío con tal de verse ‘sexys’, tú prefieres mil veces verte anticuada pero sentirte calientita y cómoda? Bueno, otra señal inequívoca de que eres oficialmente una señora…eso sí, una señora muy cómoda que no pasa frío. Incluso no necesitar salir a ningún lado para optar siempre por la comodidad muy por encima de la moda.
11. Cuidas de tu cuerpo, pero ya no por vanidad, sino por salud.
Con la edad comienzas a descubrir que, de hecho, te gusta cuidar de ti: hacer ejercicio, optar por opciones de comida más saludable, ir a terapia psicológica, entre otras cosas que haces por ti y para ti únicamente. La vanidad queda en segundo plano.
12. Cada vez te conformas menos con relaciones mediocres.
Nos referimos a relaciones mediocres de toda índole: amorosas, amistosas, laborales. Porque ya aprendiste que las relaciones que vale la pena tener en tu vida se cuentan con los dedos de la mano, por lo que ya no te da miedo ni pena dejar de lado lo que no esté sumando a tu crecimiento y/o felicidad.
13. No esperas a que nadie te regale flores.
Tú misma te las compras para que tu casa se vea bonita y huela rico.
14. Te emociona comprar utensilios de cocina, así como leer remedios caseros y trucos para limpiar tu casa.
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15. Simplemente te asumes como señora y te encanta.
Cada vez ocupas más frases como: “Soy una señora”, “Como la señora que ya soy”, “Parezco señora”, etc…pero, curiosamente, no lo dices con pena, sino con orgullo. Esto indica que asumes completamente tu edad, así como los respectivos cambios que esto conlleva.