La llegada al mundo del escritor José Saramago estuvo marcada por dos hechos, tan curiosos como significativos, que él mismo narra en su autobiografía: “Mis padres se llamaban José de Sousa y Maria da Piedade. José de Sousa también habría sido mi nombre si el funcionario del registro civil, por iniciativa propia, no hubiera agregado el apodo por el que se conocía a la familia de mi padre en el pueblo: Saramago (cabe aclarar que el saramago es una planta herbácea espontánea, cuyas hojas, en aquellos tiempos –de necesidad–, servían de alimento en la cocina de los obres)”.
“Sólo cuando tenía siete años, al momento de que tuve que presentar un documento de identidad en la escuela primaria, se supo que mi nombre completo era José de Sousa Saramago…”
Los humildes inicios de José Saramago
Los primeros dos años de vida del pequeño José Saramago transcurrieron en su natal Azinhaga, un pueblito del centro de Portugal, donde su padre trabajaba en el campo como jornalero a cambio de un exiguo salario.
En 1924 su progenitor decidió migrar con su familia a la capital del país, Lisboa, donde consiguió empleo como policía. A los pocos meses de radicar en esa ciudad murió su único hermano, Francisco.
Sin duda, con su mudanza a la gran urbe, las condiciones económicas de los Sousa mejoraron, pero no demasiado. Durante varios años habitaron en viviendas que compartían con otras familias, hasta que finalmente, cuando José tenía entre 13 y 14 años, vivieron en una casa sólo para ellos, aunque un tanto diminuta.
A lo largo de esa época, él solía pasar largas temporadas con sus queridos abuelos maternos, Jerónimo Melrinho y Josefa Caixinha, quienes vivían en Azinhaga de la cría de cerdos. Acerca de ellos, el escritor que recomendaba: “Déjate guiar por el niño que fuiste” cuenta un par de anécdotas que son lecciones de vida.
En una de esas historias relata que sus abuelos “eran gente muy pobre, habitaban una casa casi miserable donde el frío en el invierno no se podía soportar y ellos, para proteger su subsistencia, se llevaban a la cama a los dos o tres lechones más débiles para, con su propio calor, mantenerlos con vida. Si los animales se quedaban fuera, en las pocilgas mal abrigadas, lo más seguro era que el frío los matara”.
La otra historia se refiere específicamente a su abuelo Jerónimo: “Teniendo él, 72 o 73 años, sufrió un accidente vascular que al principio no parecía muy grave, pero que aconsejó su traslado a Lisboa para ser tratado en un hospital…”
“Mi abuelo no separaba la vida de la vida, parecía habitar en la superficie de las cosas, pero al final demostró que su mundo estaba dentro de ellas”.
La escuela y la carrera profesional de José Saramago
José Saramago presumía de haber sido un buen alumno desde la primaria, pues en el segundo grado escribía sin faltas de ortografía y había cursado el tercer y cuarto grados en un solo año. Ya en el bachillerato continuó obteniendo excelentes calificaciones, no obstante, sus padres no pudieron seguirle pagando sus estudios.
Su alternativa fue ingresar a una escuela de enseñanza técnica, donde durante cinco años aprendió el oficio de cerrajero. Afortunadamente, el plan de estudios incluía las materias de Francés y Literatura. Fue así como entró en el mundo de las letras, pudiendo leer tan solamente los textos escolares gratuitos, ya que “no tenía libros en casa (mis libros, comprados por mí, incluso con dinero prestado por un amigo, sólo pude tenerlos a los 19 años)”.
Tras egresar de la escuela técnica consiguió trabajo como cerrajero en un taller mecánico de Lisboa. Y como asiduo lector comenzó a frecuentar, en horario nocturno, una biblioteca pública y a desarrollar su vocación de escritor.
En 1944, a los 22 años, obtuvo una plaza como empleado administrativo de la seguridad social y contrajo nupcias con la entonces mecanógrafa Ilda Reis, quien llegaría a ser una destacada artista del grabado. En 1947 coincidieron el nacimiento de su única hija, Violante, y la publicación de su primer libro: la novela ‘Tierra de pecado’.
Durante las siguientes dos décadas incursionó en la industria editorial como traductor y responsable de producción.
No sería sino hasta 1966, a la edad de 44 años, cuando publicaría su segundo libro: ‘Los poemas posibles’. A partir de la aparición de este poemario decidió dedicarse de tiempo completo a la escritura, incursionando también en el periodismo y la crítica literaria.
En 1970, año de su divorcio de Ilda, publicó el libro de poemas ‘Probablemente alegría’ e inició una vida en común con la escritora, periodista y traductora Isabel de Nóbrega, considerada una de sus grandes musas al dedicarle su novela ‘Memorial del convento’ (1982).
“A Isabel, porque nada pierde ni repite, porque todo crea y renueva”.
Segundos aires en la vida de José Saramago
Despedido frecuentemente de sus empleos, a causa de sus expresiones libertarias en contra de los regímenes autoritarios en Portugal, Saramago tomó la decisión de establecerse como un escritor independiente en los setenta.
Gracias a esa determinación, la cantidad y calidad de su producción literaria aumentó notablemente, con las novelas ‘Manual de pintura y caligrafía’ (1977), ‘Levantado del suelo’ (1980), ‘El año de la muerte de Ricardo Reis’ (1984), ‘La balsa de piedra’ (1986) e ‘Historia del cerco de Lisboa’ (1989); las
piezas teatrales ‘La noche’ (1979) y ‘La segunda vida de Francisco de Asís’ (1987), y la recopilación de cuentos ‘Casi un objeto’ (1978), entre otras creaciones de su pluma.
En 1986, a los 64 años, rompió su vínculo con Isabel e inició una relación con la periodista española Pilar del Río, con quien contrajo nupcias en 1988. Ella, además de ser literalmente el pilar de su vida hasta sus últimos días, fue la traductora oficial de su obra al castellano y a quien dedicó su autobiografía de infancia ‘Las pequeñas memorias’.
“A Pilar, que todavía no había nacido y que tanto tardó en llegar”.
Debido a la censura del gobierno ‘laico’ de su país en contra de su novela ‘El Evangelio según Jesucristo’ (1991), por considerar “que era un libro ofensivo para los católicos”, Saramago y Pilar se autoexiliaron en la isla de Lanzarote, en el archipiélago de Canarias.
Ahí escribió ‘Ensayo sobre la ceguera’ (1995), ‘Todos los nombres’ y ‘El cuento de la isla desconocida’ (1997), e inició la redacción de su diario, titulado ‘Cuadernos de Lanzarote’, en cuyas páginas nos revela “su día a día en Lanzarote, adonde trasladó su residencia en 1993.
José Saramago, Premio Nobel de Literatura
El gran momento en la trayectoria de José Saramago llegaría el 8 de octubre de 1998 cuando, a los 76 años, le fue otorgado el Premio Nobel de Literatura, porque “con parábolas sostenidas por la imaginación, la compasión y la ironía continuamente nos permite una vez más aprehender una realidad elusiva”, a decir de la academia sueca, que le concedió el galardón.
“El Premio Nobel de Literatura me hace muy feliz y al mismo tiempo siento una gran responsabilidad por ser el primer (y hasta hoy único) escritor en lengua portuguesa que lo recibe”.
El 10 de diciembre del mismo año Saramago recibió el reconocimiento de manos del rey Carlos XVI Gustavo de Suecia. En su discurso de aceptación (dedicado a Pilar), el autor concluyó diciendo: “La voz que leyó estas páginas quiso ser el eco de las voces conjuntas de mis personajes. No tengo, a buen decir, más voz que la voz que ellos tienen. Perdóneseme si les ha parecido poco esto que para mí es todo”.
Luego de ganar el Nobel, la celebridad de Saramago se disparó. Al respecto, él mismo declaró: “Viajé por los cinco continentes dando conferencias, recibiendo títulos académicos y participando en reuniones y congresos, tanto de carácter literario como social y político. Pero, sobre todo, participé en acciones para reivindicar la dignidad de los seres humanos y el cumplimiento de la Declaración de los Derechos Humanos, en pos de una sociedad más justa, donde las personas sean prioridad”.
Una de esas participaciones tuvo lugar en México, en marzo de 1998, cuando visitó Acteal, una localidad de Chiapas, para solidarizarse con la causa del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, que se había levantado en armas contra el gobierno mexicano, cuatro años antes.
“Si no me encuentran en mi país, búsquenme en México”.
A pesar de tantos compromisos como figura pública, el deterioro de su salud y su avanzada edad, Saramago continuó produciendo su obra, con la publicación de Hojas políticas (1999), La caverna (2000), La flor más grande del mundo (2001), El hombre duplicado (2002), Ensayo sobre la lucidez (2004), Don Giovanni o el disoluto absuelto y Las intermitencias de la muerte (2005), Las pequeñas memorias (2006), El viaje del elefante (2008) y Caín (2009).
¿De qué murió José Saramago?
Saramago falleció el 18 de junio de 2010, en la isla de Lanzarote, a los 87 años, víctima de leucemia crónica. Su cuerpo fue trasladado a Lisboa dos días después para recibir un gran homenaje póstumo y ser incinerado, a fin de depositar sus cenizas bajo un olivo traído de su natal Azinhaga y plantado frente a la Casa dos Bicos, sede de la Fundación José Saramago, en la capital portuguesa.
Qué libros leer de José Saramago
Viaje a Portugal (1981): Como el título lo indica, José Saramago plasma en este libro sus impresiones al recorrer su propio país, siguiendo un itinerario que lo llevará a conocer el paisaje, la cultura y la gente, desde Lisboa, la capital portuguesa, hasta la recóndita provincia de Tras los Montes. Sin duda, una valiosa guía para visitar la nación ibérica.
Todos los nombres (1997): Un solitario y aburrido empleado del registro civil, cuyo pasatiempo consiste en recopilar información de gente famosa, por azar encuentra el acta de nacimiento de una ‘mujer desconocida’, de quien se enamora sin siquiera conocer su rostro, obsesionándose con su búsqueda, que se convertirá en una autobúsqueda.
Ensayo sobre la lucidez (2004): Considerada la continuación de ‘Ensayo sobre la ceguera’ (1995), donde Saramago idea un país caótico, debido a que casi todos sus habitantes han perdido el sentido de la vista, en esta otra novela la mayoría de los ciudadanos votan en blanco, obligando a que las elecciones se repitan, como una manera de revolución pacífica.
Las intermitencias de la muerte (2005): ¿Te imaginas un mundo donde la Muerte (sic) deja de hacer su trabajo letal y vivimos eternamente… pero siendo ancianos? Es la premisa de esta novela de José Saramago, donde llega un punto en que la inmortalidad se experimenta como si se tratara de una maldición y resulta indispensable que la Muerte reanude su labor.
Claraboya (2011): Si te gustó Ventana indiscreta, cinta protagonizada por Grace Kelly, te encantará esta novela póstuma de Saramago, en la que un escritor que vive en un edificio de Lisboa observa, desde su departamento, cómo son y viven sus vecinos, descubriendo sus ilusiones e infortunios, en el marco de una dictadura de mediados del siglo XX.