A cien años de la revolución bolchevique que exterminó a la monarquía y el Imperio ruso, Rusia nuevamente tiene un zar: Vladímir Putin ha estado al mando del país 18 de los 30 años que tiene de refundado, los suficientes para devolver a su pueblo (aunque sea a punta de negocios polémicos, invasiones y asesinatos de estado) la estabilidad deseada y el prestigio militar de antaño.
Decidido a reconciliar los “pasajes oscuros” del pasado zarista y soviético con el pre- sente de libre mercado y globalización, el zar Putin ha acuñado junto a la Iglesia Ortodoxa nuevos símbolos de poder, como los Santos Románov, canonizados en el año 2000 por su “abnegación cristiana”, junto con otros 300 mártires del comunismo.
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Imperio ruso: historia de sus reyes y reinas (Zares)
Pedro I el Grande
El emperador Pedro I gobernó Rusia desde 1682 hasta su muerte, en 1725, y llevó a cabo un proceso de modernización mediante la occidentalización que transformó a la Rusia moscovita en una de las principales potencias europeas.
En su lucha por abrirse paso al Báltico, en la primavera de 1703 Pedro I conquistó un bastión sueco en la desembocadura del río Nevá, iniciando allí la construcción del primer edificio de la nueva ciudad de San Petersburgo.
Cientos de arquitectos alemanes, franceses e italianos trazaron las calles y levantaron los palacios y centenares de puentes que cruzaron los brazos del estuario del Nevá, por lo que pronto la ciudad comenzó a conocerse como la “Venecia del Norte”. Fue capital de Rusia de 1712 a 1918.
A su muerte, en 1725, había dejado en pie una Rusia moderna convertida en potencia imperial.
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Pablo I de Rusia
Ascendió al trono al morir su madre, la zarina Catalina II el 17 de noviembre de 1796. En el primer año de su reinado, Pablo cambió muchas de las reformas políticas de su madre.
Acusó a muchos de Jacobinismo y exilió a personas simplemente por llevar ropa de estilo parisino o leer libros franceses, también permitió volver del exilio siberiano al más conocido crítico de Catalina, Radíschev.
Alejandro I de Rusia
El 23 de marzo de 1801, Alejandro llegaba al trono tras el asesinato de su padre, Pablo I de Rusia. Desde el primer momento mostró su intención de desarrollar un papel importante en la escena mundial, y puso todo el ardor de la juventud en la tarea de hacer realidad sus ideales políticos.
Este reinado, que había comenzado con grandes promesas de mejoras, terminó apretando aún más, si cabe, las cadenas que oprimían al pueblo de Rusia, más consecuencia de los defectos del Zar que de la corrupción y el atraso del modo de vida ruso.
Alejandro I falleció el 1 de diciembre de 1825 en Taganrog. Le sucedió su hermano Nicolás I.
Nicolás I
Fue hijo del zar Pablo I y de María Fiódorovna, accedió al trono tras la muerte de su hermano mayor, Alejandro I.
Se le llamó «el gendarme de Europa» por sus intervenciones contrarrevolucionarias y fue considerado el máximo responsable de haber aislado a su país durante treinta años.
El mantenimiento a ultranza de un sistema económico y social que se basaba tanto en la servidumbre como en los privilegios y monopolios de la nobleza, frenó las posibilidades de desarrollo de la nación e hizo que se replegara sobre sí misma.
Alejandro II de Rusia
Era hijo de Nicolás I de Rusia y de Carlota de Prusia (Alejandra Fiódorovna), subió al trono tras la muerte de su padre, y durante la guerra de Crimea, a la que puso fin firmando el Tratado de París en el año 1856.
Conocido como el Lincoln ruso. Abolió la servidumbre en toda Rusia en 1861, prohibió el castigo corporal, estableció gobiernos autonómicos, inició la reforma judicial, modificó el sistema de enseñanza e implantó el servicio militar universal.
Durante su mandato, las posesiones rusas en Norteamérica, (Alaska), se vendieron a Estados Unidos en 1867.
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Fin del Imperio ruso y muerte de los Románov
Seis meses después, cuando los bolcheviques tomaron el mando de Rusia, todos los privilegios les fueron suprimidos y se les confinó a la Casa Ipatiev en calidad de reos a pan y agua. El 17 de julio de 1918, el Zar Nicolás II fue asesinado junto a su familia.
Con el derrocamiento de la monarquía y la subsecuente masacre de la familia imperial, los enemigos del cristianismo eliminaron a la estirpe Romanov de la faz de la Tierra.
En julio de 1991, los restos de la familia fueron encontrados y vueltos a enterrar en un funeral de Estado en la Catedral de San Petersburgo. En agosto de 2000, la Iglesia Ortodoxa Rusa canonizó a los siete miembros de la familia Romanov por su “humildad, paciencia y mansedumbre”.
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