Nueras de la reina Isabel: como casi todas las suegras, la reina de Inglaterra ha vivido momentos difíciles con cada una de las esposas de sus hijos.
Diana con sus traumas y difundiendo su vida íntima, Camilla siendo una mujer liberada de los 70, Sarah por ser infiel y endeudarse, Sophie por aprovecharse de su estatus real para hacer negocio…
Ninguna de las esposas de los hijos de Isabel II se ha salvado de escándalos y problemas que han puesto en jaque a la soberana británica, que también tiene lo suyo.
Nueras de la reina Isabel
Diana Spencer
La joven Spencer parecía la nuera perfecta para la conservadora visión de la reina: era aristócrata y, sobre todo, virgen, con un pasado intachable, algo que no podía ser de otra manera, pues sólo tenía 19 años cuando se hizo novia de Carlos, el entonces popular heredero al trono.
Este mundo ideal comenzó a derrumbarse al poco tiempo de la boda en 1981, cuando la flamante princesa de Gales se dio cuenta de los asfixiantes protocolos de una casa real casada con el ‘deber’, y la prensa empezó seguir cada paso que ella daba. Una atención excesiva que, al parecer, no le gustó a Carlos.
Diana, además, daba muestras de inmadurez y de un carácter volátil, que se reflejó en los trastornos alimenticios que padeció, por si faltara algo en este cóctel de conflictos. Aunque podemos entenderla dada su juventud y la relación conflictiva entre sus padres.
Lo malo es que esto avanzó conforme fue haciéndose mayor y explotó cuando, acosada por los medios, comenzó a hablar de su infeliz vida privada y de sus infidelidades, lo que dio pie a uno de los mayores escándalos que su suegra ha enfrentado y culminó en una desgracia mayor: su fallecimiento cuando sólo tenía 36 años.
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Camilla Parker Bowles
Quizá todo lo anterior se hubiera evitado si Isabel II y toda la casa real no se hubieran opuesto a la relación de Carlos con Camilla Shand. En 1972, el príncipe de Gales conoció a esa joven de ascendencia aristocrática. El romance inició pronto, pero no fue bien visto por la reina:
Camilla era una chica de su tiempo, el de la libertad sexual de la mujer. Ese fue el principal dolor de cabeza de la soberana; también, el escándalo que se suscitó años después cuando su hijo mayor admitió haber sido infiel a Diana con ella.
Y eso es todo, pues Camilla se ha mantenido discreta y sin dar declaraciones ‘explosivas’ a la prensa. Tras sus respectivos divorcios y la muerte de la princesa, quedó abierta la posibilidad del reencuentro definitivo entre ellos, algo que aunque nos parezca increíble fue arropado por los hijos de Diana para ver feliz a su padre.
Al final, la reina dio su aprobación tal vez porque comprendió que el amor entre Camilla y su primogénito sí era real, aunque se diera cuenta de ello varias décadas después.
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Sarah Ferguson
Para suerte de la pelirroja, Isabel II ya no veía con tan malos ojos a la chica liberada de los años 80 que era ella, a diferencia de lo que vivió Camilla.
Con su simpatía (incluida hasta en la manera de llamarla, Fergie), Sarah Ferguson se ganó a la familia real y a los británicos cuando se casó con el entonces guapo y codiciado príncipe Andrés, el favorito de la reina, en 1986.
Pero nada es para siempre, y este romance, con familia política y público, terminó en 1992, cuando los rumores de problemas maritales y de infidelidad por parte de ella tomaron fuerza en los medios que, además, la atacaban por su complexión robusta y después debido a su sobrepeso.
Los esposos se separaron y de ahí se sucedieron fotos de Fergie con algunos de sus amantes. Sus deudas agravaron la situación, así como la relación con sus suegros.
El divorcio llegó en 1996. Unos años después ella comenzó a recomponer su imagen, trabajó, pagó deudas, se hizo filántropa y hoy escribe cuentos infantiles.
Isabel II le devolvió su afecto, aunque no el tratamiento de alteza real que perdió al divorciarse. La reina debe estar más que agradecida con ella porque, increíblemente, Sarah ha defendido a capa y espada a Andrés de las acusaciones de abuso sexual en su contra.
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